Eran la pareja con la que los fans soñaban. Elvis la llamaba su esposa, aunque nunca hubo anillo. Eran jóvenes, estaban enamorados y mostraban abiertamente sus sentimientos. Pero cuando Elvis fue al ejército, su mánager decidió: en el mundo del espectáculo no hay lugar para el amor. Llamó a Anita y le dijo: «Él es una estrella. Tiene que estar solo». Ella no discutió. Simplemente lo dejó ir. Elvis regresó siendo un hombre diferente, y ya con Priscilla. Anita nunca se casó. No culpó a Elvis, solo al negocio. Cuando él murió, ella fue a su tumba. No como una fan. Sino como la mujer a la que él realmente amó.
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